Dos años y veintiun día después...

...nació mi mariquita.

La misma ilusión, las mismas ganas, nervios, unos poquitos menos, porque la experiencia es un grado, y un poquito mas de esfuerzo, porque en estos casos el tamaño sí que importa... y ya tenía a mi mariquita mirandome con el ceño fruncido pero sin llorar, escuchando.
!Que bonita era, es, preciosa! Tan grande...
Después todo fue tan dulce, tan suave, que no me lo podia creer.

Para que nos relajemos y estemos preparadas para la voragine que supone criar a dos niñas tan pequeñas, la naturaleza nos compensa restableciendonos mucho antes. Supongo que todo esto estara estudiado en el ciclo de la vida y "alguien" habra pensado "esta mamá no puede estar quince dias casi sin moverse y con dolores, hay que recuperarla rapidamente , que tiene mucho que hacer". Y en mi caso fue así, al tercer día ya estaba tan "pancha".

Recuerdo el encuentro de las dos hermanas, las ganas que tenían de conocerse y de verse cara a cara. Desde entonces, siempre juntas y "ni contigo ni sin ti".

Luego, desde ese momento, mi vida ya nunca volvió a ser la misma de antes de que ellas llegaran. Con muchos ratos buenos, otros no tanto, pero ya inseparables, para siempre.

Ellas me han hecho más practica, más paciente... , pero sobre todo, más fuerte, más valiente. Las madres nos volvemos como las lobas, estamos muy tranquilitas hasta que algo les sucede a nuestros cachorros y entonces sacamos una fuerza, que ni siquiera sabiamos que teniamos, para enfrentar lo que sea.
Y eso se lo debo a ellas.

Mi ratón, que decir de mi ratón... es tan lista, tan avispada, tan bruja... independiente y al mismo tiempo, si pudiera me abriría como una camisa para meterse otra vez dentro.
Que la quiero mucho, que las quiero mucho. Las adoro. Ya no concibo mi vida sin ellas a mi alrededor.